El Mundo Fianaciero: 31 años de la masacre de Joyalí
Bakú,25 de febrero, AZERTAC
El diario digital online de economía y finanzas de España emitió un artículo del director del CPCI Centro de Pensamiento Cáucaso-Iberoamericano, Mahir Qurbanov sobre la tragedia más brutal del siglo XX, en lo que citó las noticias publicadas en aquel tiempo en medios de comunicación de todo el mundo, donde se reflejaban claramente las atrocidades cometidas por los armenios durante el genocidio de Joyalí.
AZERTAC presenta el artículo:
“Desde octubre de 1991, Joyalí fue completamente rodeada por las fuerzas armenias. El 30 de octubre se cortó el tráfico terrestre y los helicópteros se convirtieron en el único medio de transporte. Cuando un helicóptero civil fue derribado sobre la ciudad de Shusha, matando a 40 personas, el tráfico de helicópteros también cesó. A partir de enero de 1992 la ciudad se quedó sin electricidad. Joyalí se mantuvo viva gracias al valor de su gente y al heroísmo de sus defensores. En la noche del 25 al 26 de febrero de 1992, tras un bombardeo masivo de artillería, las fuerzas armadas y las unidades paramilitares armenias entraron para tomar la ciudad con el apoyo de la Infantería motorizada del 366º Regimiento de la antigua URSS. Una vez comenzó el asalto, los habitantes que quedaban (unas 2.500 personas), trataron de huir con la esperanza de llegar a la zona más cercana bajo control de los azerbaiyanos. Pero para la mayoría esa esperanza fue en vano. Murieron por los disparos de los puestos militares armenios o fueron capturados cerca de los pueblos de Nakhchyvanly y Pirjamal. Otros, principalmente mujeres y niños, murieron por congelación mientras vagaban por las montañas. Sólo unos pocos pudieron llegar a la ciudad de Aghdam, controlada por Azerbaiyán.
Sin duda, lo ocurrido en Joyalí fue la mayor masacre del conflicto de Nagorno-Karabaj. En total, el asalto y la captura de la ciudad se cobraron la vida de 613 de sus habitantes, entre ellos 106 mujeres, 63 niños y 70 ancianos. 1.275 fueron tomados como rehenes, mientras que el paradero de 150 personas sigue siendo desconocido. La ciudad fue arrasada. En el transcurso de esa trágica noche, 487 habitantes de Joyalí resultaron heridos, entre ellos 76 niños; ocho familias fueron aniquiladas; 130 niños perdieron a uno de sus padres y 25 a ambos. De los que perecieron, 56 fueron asesinados con especial crueldad: los quemaron vivos, les arrancaron la cabellera, los decapitaron o les sacaron los ojos, y a las mujeres embarazadas les clavaron una bayoneta en el abdomen.
Los sucesos de Joyalí tuvieron lugar en un período en el que Serzh Sargsyan, el ex presidente de la República de Armenia, ejercía como jefe del «Comité de Fuerzas de Autodefensa» del régimen separatista ilegal y, por tanto, sus recuerdos constituyen una de las fuentes de pruebas más importantes. Las siguientes palabras que Serzh Sargsyan pronunció durante la entrevista con el periodista británico Thomas de Waal no dejan lugar a dudas sobre la autoría del crimen de Joyalí: «Antes de Joyalí, los azerbaiyanos pensaban que estaban bromeando con nosotros, pensaban que los armenios eran personas que no podían levantarle la mano a la población civil. Fuimos capaces de romper ese [estereotipo]. Y eso es lo que ocurrió».
Asimismo, Pascal Privet y Steve Le Vine narran que «Azerbaiyán volvió a ser una morgue la semana pasada: un lugar de refugiados de luto y docenas de cadáveres desfigurados arrastrados a una morgue improvisada detrás de la mezquita. Eran hombres, mujeres y niños azerbaiyanos corrientes de Joyalí».
Es más, el 3 de marzo de 1992 el New York Times también informó que «hoy han surgido nuevas pruebas de una masacre de civiles por parte de militantes armenios en Nagorno-Karabaj, un enclave predominantemente armenio de Azerbaiyán».
Una fotógrafa de Reuters, Frederique Lengaigne, confesó haber visto dos camiones en las afueras de Nagorno-Karabaj que se llenaron de cadáveres. «En el primero conté 35, y parecía que había casi los mismos en el segundo… Algunos tenían la cabeza cortada, y muchos habían sido quemados», dijo.
Sin embargo, el informe más decisivo provino de Human Rights Watch, que recuerda que «en febrero de 1992, las fuerzas armenias de Karabaj - supuestamente respaldadas por soldados Infantería motorizada del 366º regimiento ruso, tomaron la ciudad de Joyalí, poblada por azerbaiyanos. Más de 200 civiles murieron en el ataque, la mayor masacre hasta la fecha en el conflicto».
El colapso de la URSS en 1991 vino seguido de varios conflictos étnicos y escaladas bélicas en sus antiguas fronteras. De esta situación parte el conflicto de Nagorno-Karabaj, que desencadena una guerra caliente entre 1991 y 1994. El conflicto de Nagorno-Karabaj, ha sido una de las cuestiones más controvertidas de la historia moderna del Cáucaso Meridional, derivada de las reclamaciones territoriales de Armenia sobre tierras que históricamente siempre han pertenecido a Azerbaiyán. La repercusión de la guerra fue abrumadora para Azerbaiyán, puesto que se llevaron a cabo operaciones militares con una capacidad desproporcionada, y el apoyo evidente de las fuerzas armadas de la antigua URSS respaldó a los armenios en la violación de la integridad territorial de Azerbaiyán mediante la ocupación del 20% de sus tierras. Las agresiones militares no sólo supusieron una pérdida territorial para Azerbaiyán, sino que también devastaron su patrimonio cultural, provocaron la crisis de los refugiados y los desplazados internos, y supusieron un terrible impacto en la economía del país.
Sumado a todo esto, en un mitin en Khankendi el 5 de agosto de 2019, el primer ministro armenio Nikol Pashinyan declaró: «Artsakh es Armenia, y eso es todo». Con ello, se desvaneció la posibilidad de seguir negociando con seriedad. Además, el ministro de Defensa armenio, David Tonoyan, declaró en Nueva York en marzo de 2020 que la estrategia de «nueva guerra por nuevos territorios» habría de sustituir a la de «territorio por paz», minando aún más cualquier posibilidad de resolución pacífica.
Sin embargo, el ataque en el verano de 2020 a la región de Tovuz situada fuera de la zona de conflicto, violando las fronteras internacionalmente reconocidas de Azerbaiyán, se convirtió desde entonces en la gota que colmó el vaso, quebrantando el statu-quo en la región.
El intento de atacar los oleoductos y gasoductos de exportación que pasan por el distrito de Tovuz amenazaba la seguridad energética europea. En este sentido, se estableció un frágil alto el fuego, que Armenia rompió frecuentemente en los meses posteriores. Por este motivo, como contramedida a la agresión armenia contra Azerbaiyán, el 27 de septiembre, con la operación de contraofensiva a lo largo de todo el frente, el ejército azerbaiyano inició la liberación de los territorios, que habían sido ocupados por Armenia a raíz de la Primera Guerra de Karabaj a principios de los años noventa.
La guerra, que duró 44 días, etiquetada como «la Guerra Patriótica», demostró la fuerza del glorioso ejército azerbaiyano y terminó con la victoria decisiva de Azerbaiyán. A 1 de diciembre, Azerbaiyán ha restaurado su integridad territorial como resultado de la Declaración Trilateral entre Azerbaiyán, Armenia y Rusia que se firmó el 10 de noviembre de 2020, justo después de la liberación de Shusha, la capital cultural de Azerbaiyán, por el Glorioso Ejército Azerbaiyano.
Esta guerra de 44 días puso fin a la tan prolongada ocupación de Joyalí y de todos los territorios ocupados de Azerbaiyán, lo que conducirá al gran regreso de los residentes de Joyalí y de los desplazados internos a sus hogares. Así, con la esperanza de recuperar una nueva vida tras el frío invierno, los habitantes de Joyalí creen que el almendro volverá a florecer en Joyalí”.
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