Tovuz, 25 de junio, AZERTAC

La aldea de Munjuglu en la región de Tovuz, situada en la frontera con Armenia, es una de las aldeas que regularmente son objeto de fuego enemigo.

Según AZERTAC, los lugareños, sin miedo a las balas enemigas, se dedican a la agricultura y la ganadería, realizan diariamente trabajos de mantenimiento en sus granjas y patios. Confían en nuestro ejército y llevan años viviendo en su tierra natal cara a cara con el enemigo.

El pueblo de Munjuglu, con una población de 155 personas, está situado a 27 km del centro regional, a una altitud de 1600 metros sobre el nivel del mar, y forma parte del distrito administrativo-territorial de Chatakh. Unidades del ejército armenio han bombardeado el pueblo durante muchos años, pero sus habitantes nunca se han desanimado. Los aldeanos dicen que este pueblo fronterizo tiene un buen potencial turístico. En verano aumenta el número de veraneantes. "A pesar de estar en la frontera, los aldeanos se dedican a la agricultura y la ganadería. El pueblo tiene gas, electricidad y otras infraestructuras, y se ha construido una nueva escuela. Aunque vivimos en una aldea remota, todo el mundo está ocupado con su trabajo", dice Vugar Maharramov, un residente local.

Cada año se cultivan en la aldea entre 4 y 15 toneladas de patatas o más. Los residentes, que también producen carne y productos lácteos, se ganan la vida trabajando en sus granjas. Viven entre los escarpados acantilados, en el corazón de las montañas, desde hace más de 30 años y, a pesar de todo tipo de intrigas enemigas, no han pasado ni un solo día sin realizar sus tradicionales labores agrícolas. En verano recogen las cosechas y las preparan para el invierno. Así transcurre la vida en este pequeño pueblo fronterizo de montaña.

"La vida en la frontera no nos asusta. Confiamos en nuestro ejército, en el comandante en jefe . En nuestro pueblo hay una naturaleza preciosa", afirma Suraya Aliyeva, residente en la aldea.

Los soldados de nuestro ejército, que custodian la frontera cerca de Munjuglu, vigilan incansablemente sus tierras natales día y noche. Esto levanta el ánimo de los aldeanos y les permite vivir en condiciones confortables. El pueblo de montaña, con su encantadora naturaleza, espera a sus huéspedes que vienen a pasar las vacaciones de verano.