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El espacio: una industria de 400.000 millones

Bakú, 25 de julio, AZERTAC

Hace exactamente 50 años, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin pusieron el pie en la Luna, las cinco principales causas de mortalidad en Estados Unidos eran, por orden de más a menos: enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidentes, diabetes, y EPOC (las siglas de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Hoy, las cinco principales causas de mortalidad entre los estadounidenses son, por orden de más a menos: enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidentes, EPOC, y Alzhéimer. La diabetes es la sexta.
España nunca puso a ningún astronauta en la Luna - aunque sí en el Consejo de Ministros, un lugar mucho más hostil al ser humano -, pero no le fue nada mal. En 1969, ya teníamos una esperanza de vida seis meses mayores que la de los estadounidenses; 50 años más tarde, la diferencia a nuestro favor es de cuatro años, dos meses y dos semanas. Que vayan a la Luna ellos.
Visto así, parece que los 175.000 millones de dólares (155.000 millones de euros) que le costó -actualizado a precios de hoy en día- el Programa Apolo al contribuyente estadounidense, fue un desastre, por más que en el proceso de ir a la Luna se inventaran muchas cosas, entre ellas un buen puñado de las que son parte de nuestra vida cotidiana actual, como las mantas isotérmicas, los trajes de bomberos, y hasta las suelas de colchón de aire de las zapatillas de deporte.
La exploración espacial es una industria que nació, así pues, de la mano de los Estados, y con intereses políticos y militares. La intervención estatal era lógica, porque las barreras de entrada en el espacio (o de salida de la Tierra) eran enormes, y solo los poderes públicos se podían permitir afrontar esos costes. A medida que esas barreras de entrada han ido bajando, ha sido el turno del sector privado.
Es lo mismo que pasó con América. Sólo los Reyes Católicos se pudieron permitir financiar el viaje de Colón. Pero después fue, en gran medida, el sector privado el que desarrolló las rutas y los territorios que pasaron a ser controlados por los europeos.
Hace diez años, SpaceX se convirtió en la primera empresa privada que lanzaba un cargamento al espacio. Y hace apenas dos semanas, Virgin Galactic, de Richard Branson, anunció que planea convertirse a finales de 2019 en la primera empresa de vuelos espaciales que cotice en bolsa. El objetivo de la compañía es poner al primer turista fuera de la Tierra el año que viene a un precio de 250.000 dólares (222.000 euros).
Eso sí que es ir del cero al infinito, pero más por la parte empresarial que por la tecnológica: cuando Armstrong llegó a la Luna, Virgin no existía. De hecho, Branson solo la creó en el último año del Programa Apolo, o sea, en 1972, y para hacer algo tan alejado de las estrellas como vender discos por correo.
El caso de Virgin simboliza el cambio en la dinámica de la exploración espacial, que es cada vez menos exploración y más explotación, como nos pasó con AMérica a partir de 1492. En 2018, el espacio movió 415.000 millones de dólares (368.000 millones de euros) de dinero público y privado, según la Space Foundation, una organización de EEUU que promueve el desarrollo de la industria espacial.
Sin embargo, de esa cifra, apenas 100.000 millones fueron a construir cohetes o satélites. La mayor partida del negocio espacial fue a la transmisión de datos, comunicaciones, y, cada vez más, a productos de entretenimiento. Han pasado 50 años y el espacio nos ha dado, más que una nueva frontera, Netflix y WhatsApp.elmundo.

 

MUNDO 2019-07-25 18:54:00